sábado, 24 de noviembre de 2012

NUNCA MÁS







Hoy vienen a mi mente tantos momentos que compartí a tu lado.
Recuerdo tus ojos llenos de vida, ese brillo de tu rostro que irradiaba ilusión, alegría. Tus risas, como me gustan tus risas.
Recuerdo cuando me decías que no te gustaba cualquier chico, que buscabas alguien protector, seguro, que te cuidara.
Que feliz se te veía a su lado, encontraste la persona que buscabas, paseabas orgullosa junto a él, decías que no te podía ir mejor, era atento, protector, seguro, en fin que cumplía todo lo que buscabas en una pareja.
Al tiempo te vino encima una mala racha, sufrías caídas muy a menudo, te dabas golpes tontos, un día con el pico de una puerta, otro con la esquina de una mesa………
Ya no quedábamos tanto, nuestras conversaciones eran cada vez más escasas, fue inevitable hablar de ello y me decías que ya no era lo mismo, que tenías novio y era lógico que a él no le hiciera gracia que quedaras conmigo, pero en realidad ya no quedabas con nadie.
Tu cara, tus ojos, ya no eran los de antes, tu forma de vestir había retrocedido, siempre pantalón, nada de escotes. Te habías ido a vivir con él  me decías que lo querías un montón y que no podía vivir sin ti, que no paraba de repetírtelo.
Tuve que alegrarme por ti, aunque sentía que te engañabas, sí, te engañabas, porque a mi no conseguiste convencerme.
Luego vinieron los hijos, primero Raquel y muy seguido Ismael, hijos que colmaste de cariño y caricias, caricias que tú ya no recibías. Una de las veces que pudimos coincidir hubiera preferido no verte ni a ti ni  a tus hijos, algo en vuestros rostros me decía que vuestra vida no era precisamente un camino de rosas. Recuerda que te pregunté como te iba, tu respuesta siempre que muy bien. Te ofrecí mi ayuda la cual rechazaste e incluso te llegó a molestar.
Ya ves, ahora estoy aquí frente a ti, pero no me hablas, no sonríes, no miras a tus hijos.
Tu cara proyecta una palidez que no logra ocultar el maquillaje. ¿Dónde está él?, sí, el protector, el que te hacía tan feliz, el padre de tus hijos.
Parece que te has vuelto a caer en casa, pero esta vez no has tenido tanta suerte, las marcas de tu rostro lo dicen todo.
No puedo evitar que de mis ojos se descuelguen las lágrimas contenidas al ver a tu lado a esos dos hijos que son tu vida.
Yo te quiero, siempre te quise, pero no fui lo que buscabas y ahora estás aquí tumbada entre dos pequeñas paredes de caoba. Fría, semblante impasible, tus ojos cerrados, y tres personas que lloran tu ausencia.
Siempre tendré la duda de si ahora estarías despierta si en tu primera caída hubieses cogido mi mano.
“El me quiere” me decía, y con golpes la marcaba como al ganado, ¡maldito cabrón!




                                                                                            José Torres





domingo, 18 de noviembre de 2012

17 años. Hoy por escrito




Bueno, creo que ya va siendo hora de plasmar en papel lo que ya te he dicho en más de una ocasión en persona.
Tal día como hoy hace ya diecisiete años fuiste la última pieza que completó mi puzzle, el puzzle que comencé en mil novecientos ochenta y siete. Tu llegada a la vida fue todo un reto para ti ya que en dos ocasiones la naturaleza parecía no querer que consiguieras tu meta “vivir”. No contaba con tu astucia para aferrarte al vientre en el cual tenías previsto  pasar nueve meses.
Dulce, persona de pocas palabras, pero esos silencios ahora tienen su explicación, con ellos te enriquecías, absorbías todo lo que llegaba a tus oídos y es increíble la cantidad de información que alberga tu persona, en todos los sentidos.
Hoy como tantos días me vienen a la mente la cantidad de veces que me has servido de tertuliano, aun teniendo las ideas claras siempre me ha gustado exponerte los problemas y esperar tu opinión, que sepas que pienso seguir haciéndolo por muchos años.
Con tus diecisiete años recién estrenados me has demostrado que la tarea difícil de un padre no ha sido en vano. Hoy veo resultados, y son resultados que me hacen grande. Tú me haces grande con tu madurez, tus apoyos, tus ánimos para que llave a cabo cualquier proyecto, en definitiva que más puede pedir un padre si descubre que el corazón que empezó a alimentar hoy casi se sale del cuerpo de su hijo.
En fin, ya sabes que si hiciera el ánimo esto podría ser eterno.
Solo me queda el deseo de que sean muchos más los años que te pueda seguir disfrutando como hasta ahora, que la vida a veces caprichosa nos lo permita.
No hace falta que te desee nada ya que con esto queda todo dicho.
Muchas felicidades y sigue luchando por todo lo que quieres.

Te quiero Mario.
Las metas son de quienes luchan por ellas, nunca pierdes lo que no tienes.

                                                                                                 José Torres

domingo, 21 de octubre de 2012

¿Y si………?




¿Y si todo acabara hoy?

¿Y si  despertaras en un espacio desde dónde pudieras ver lo último que has hecho?

Donde vieras las cosas que olvidaste hacer.

El te quiero que no dijiste.

La mano que no estrechaste.

La cita que no tuviste.

El apoyo que no prestaste.

Y tantas y tantas cosas que pudieron haber sido pero no fueron.

Aprendamos a dar a cada cosa su valor.

Aprendamos a vivir hoy.

Quizás mañana ya nadie nos necesite.

Quizás mañana solo queden las sombras de una espera.




                                                                                                                      José Torres


domingo, 15 de abril de 2012

ABRIL


Y llega Abril saltando en la balanza.
Años haciendo el camino que solo se hace al andar.
Que complicado aprender a volar cuando han estado
moviendo tus alas.
Y vendrán más abriles.
Y el camino andado será más largo.
Sin mirar atrás guarda en tu zurrón cada recuerdo,
cada detalle, cada persona que de una manera u otra
halla formado parte de los dieciocho abriles  ya vividos.

Te quiero

“Te deseo un zurrón muy grande”.


                                                            José Torres

sábado, 24 de marzo de 2012

SIN CUERDA

No me pidas que trepe si no amarras la cuerda,
hoy mis manos resbalan, cayendo al abismo, 
cayendo con fuerza.
Esa puerta entreabierta, deja entrar la corriente,
desordena mi historia.
Miro atento ese libro que se me desvanece.
Apenas quedan restos, solo surcos marcados,
ya no hay tinta que hable,
queda solo la estela de lo imborrable .
Quiero tomar ese libro en mis manos,
quiero volver a escribir nuevamente,
quiero pintar esos surcos, que sepan que existo, 
pensar diferente.
Ahora no quiero cuerdas, hoy mis alas son fuertes,
ahora escribo con fuego, marcando mi vida
con sello candente.
He fraguado mi escudo, sobre un yunque sonoro,
ahora soy caballero, mi dama es la vida,  
la vida que quiero.
Hoy mis manos son firmes, mis pisadas son fuertes,
ya no espero respuestas, el camino no es fácil, 
pero voy a encontrarme.
Ya estamos frente a frente, tú me miras, te miro.
Me devuelves la imagen, te fusionas conmigo, 
no hace falta buscarte.
Sin querer me encontraste.

                                                                      José Torres

domingo, 4 de marzo de 2012

MARIANA


MARIANA


Noches de verano envuelto en el vaivén de una vieja mecedora.
Impregnado por aroma de jazmines emanados de su pecho acogedor.
Cuantas tardes dedicadas a recolectar ese perfume para ella, a sabiendas de que me sería devuelto.
Mujer, madre y abuela en tiempos difíciles, nunca faltó en su rostro una sonrisa.
Con motivos más que suficientes nunca contaminó a nadie con sus penas.
Experta en labores de ganchillo y costura, ellas fueron las que quizás adornaban y vestían las penas que nunca se dejaban ver y existían.
Hilo conductor de vivencias humanas, transmisora de leyendas y canciones prohibidas, falta de bienes materiales, pero rica en espíritu y bondad.
Cumplió su cometido en la vida, dejar su recuerdo.
Aún hoy, no hay día en el que algo, por insignificante que sea, me haga retroceder a esos momentos ricos de la niñez.
Su recuerdo perdura incluso con quienes no la llegaron a conocer. 


Algo me empuja a dejar constancia de su paso por la vida.
Sabed que Mariana vino al mundo en 1900, aún no se había habituado a vivir cuando la muerte le arrebató al padre. Su madre, viuda, vuelve a contraer matrimonio y así
poder encajar la pieza perdida del puzzle, un padre para sus tres hijos. Pero la muerte hizo de las suyas y  le quitó lo más importante, la madre. Mariana queda huérfana sin conocer a los seres que le dieron la vida.
Enviudado, el padrastro decide emprender una nueva vida de la que Mariana y sus dos hermanos de madre no forman parte, ya que solo se lleva consigo al único hijo que el matrimonio tuvo en común.
Lo mejor que le pudo pasar a Mariana fue ser criada junto a sus hermanos al cobijo de su abuela, abuela que supo cubrir con creces la ausencia de sus padres, y a quien creo que debe esa forma de ser tan especial.
Se casó y dio como fruto cinco hijos, lástima que la persona con quien compartió su vida carecía de esa magia que ella se merecía y aún así  nunca renunció a ser ella, supo vivir y regalar su alegría.


Parte de ella sigue viva gracias a las semillas que plantó en terreno fértil y hoy siguen dando su fruto.



                                                                José Torres Martínez

domingo, 29 de enero de 2012

¿HASTA CUÁNDO?


  Bombardeo de palabras.
 Oyes pero no escuchas.
 Esos guantes incansables te golpean.
 Y tú impasible pones la otra mejilla
¿Hasta cuando tu sumisión?
¿Hasta cuándo las heridas de tus ojos
 te seguirán cegando?
¿Cuándo harás uso del colirio de la vida?
Cuando llega el momento en el que te acomodas
 y te resignas a vivir por vivir.
En ese momento comienza tú muerte.

                                                                                  José Torres